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7 claves para mejorar la calidad de vida en pacientes con Esclerosis Múltiple

27 Mar 2023

En los últimos años se han producido numerosos avances en el manejo y tratamiento de la esclerosis múltiple (EM), los cuales han repercutido en una muy notable mejoría de la calidad de vida de las personas con esta enfermedad.

A pesar de ello, la EM continúa siendo una patología con un impacto importante en la vida de quienes conviven con ella debido a la pérdida de fuerza muscular, afectación emocional, espasticidad y dificultad para caminar, entre otros síntomas.

A continuación, se exponen 7 consejos sobre hábitos de vida que ayudarán al paciente con EM a controlar su enfermedad y obtener una mejor calidad de vida.

1. Ejercicio físico

El ejercicio físico regular se ha demostrado como una de las herramientas más eficaces para combatir los síntomas asociados a la EM y mejorar su pronóstico. Estudios científicos han demostrado que el ejercicio aeróbico de intensidad moderada, de 10 a 40 minutos al menos 2 veces a la semana, mejora la capacidad cardiovascular, el estado anímico y la cognición1. De ser posible, se debe complementar con 2-3 días a la semana de entrenamiento de fuerza (8-15 repeticiones por serie, 1 a 3 series de al menos 5 ejercicios distintos por sesión).

Esta rutina ha demostrado mejorar la fuerza, el equilibrio, la independencia funcional y la fatiga asociada a la EM2.


El entrenamiento debe iniciarse de manera paulatina, adaptado a la capacidad personal de cada individuo. Comenzaríamos por 1 o 2 sesiones semanales, para progresar idealmente hasta 2-3 sesiones de cada tipo de entrenamiento, realizadas con una intensidad moderada.

2. Dieta

La dieta es un aspecto clave en la EM. La obesidad constituye un factor de riesgo para desarrollar la enfermedad, además de empeorar su pronóstico una vez que el diagnóstico se ha establecido. Algunas pautas a la hora de diseñar una dieta para personas con EM son:

  • Adecuar la ingesta calórica diaria al gasto energético.
  • Incluir productos fermentados de la leche (por ejemplo, yogur natural) por su potencial para regular la microbiota intestinal.
  • Ingerir alimentos con alto contenido en vitamina D (por ejemplo, pescado azul y huevos).
  • Tomar alimentos ricos en omega-3 (pescado azul, aceite de oliva).
  • Evitar grasas saturadas y azúcares de absorción rápida (bollería y alimentos ultraprocesados, entre otros).

La mayoría de estas recomendaciones se cumplen siguiendo una dieta mediterránea, la cual es rica en verduras, pescado azul, aceite de oliva, carne blanca y lácteos3.

3. Embarazo

La EM afecta mayoritariamente a mujeres en edad fértil, por lo que es muy frecuente que decidan quedarse embarazadas. Esta enfermedad no debería ser un impedimento para ejercer la maternidad en las mujeres que lo deseen. Se recomienda realizar una correcta planificación del embarazo siempre que sea posible.

Como norma general se recomienda buscar el embarazo en períodos en los que la enfermedad se encuentra controlada y avisar con la mayor antelación posible a su neurólogo de la intención de quedarse embarazada, a fin de que pueda dar los consejos oportunos e instaurar el tratamiento más adecuado para la situación.

Es necesario tener en cuenta que existen fármacos seguros durante la gestación, frente a otros completamente contraindicados4.

4. Fatiga

La fatiga constituye uno de los síntomas más incapacitantes y a la vez más incomprendidos en la EM. Es importante tratar de obtener un buen descanso nocturno, así como un buen estado anímico y físico para minimizar el impacto de la fatiga. Tanto el sedentarismo como el sobreesfuerzo pueden acrecentarla, por lo que se recomienda alternar períodos de actividad física e intelectual, con descansos programados. Dicha programación debe ser abordada de manera individual entre cada paciente y los profesionales sanitarios implicados en su cuidado5.

5. Sueño

Los problemas de sueño impactan significativamente en la calidad de vida de las personas con EM. La EM puede originar problemas anímicos, rigidez en extremidades, calambres en las piernas, problemas urinarios, etc. Todo ello puede afectar a la calidad del sueño. Siempre que exista un problema de descanso nocturno debe indagarse en los factores causantes y tratar de corregirlos.

La necesidad de sueño es muy variable entre los individuos. Más que señalar un objetivo rígido de horas de sueño, lo importante es tratar de dormir el tiempo que sea necesario para despertarse descansado. Se pueden establecer una serie de recomendaciones generales que ayudarán a combatir el insomnio6:

  • Seguir unos horarios de sueño regulares.
  • Cenar ligero, aproximadamente 2 horas antes de acostarse.
  • Realizar actividad física a lo largo del día, pero no inmediatamente antes de irse a la cama.
  • Evitar la exposición a luz intensa (luz solar, dispositivos electrónicos, lámparas potentes…) antes de dormir.

6. No fumar

El consumo de tabaco ha demostrado constituir un factor de riesgo para el desarrollo de EM en pacientes susceptibles, así como condicionar una peor evolución de la enfermedad una vez que se ha desarrollado. Además, fumar contribuye al desarrollo de numerosísimas patologías que en combinación con la EM empeoran la calidad de vida y el pronóstico de las personas que la sufren7.

7. Exposición solar

Es sabido que la EM sigue una distribución geográfica en la que su incidencia aumenta en latitudes poco soleadas, y disminuye a medida que nos acercamos al ecuador. En esta distribución intervienen factores genéticos y ambientales, entre los que destaca la exposición solar que a su vez permite generar vitamina D activa. Es necesario recordar que, si bien “tomar el sol” de manera controlada puede tener cierto efecto positivo sobre la enfermedad, el exceso de exposición a rayos UVA puede acarrear otros problemas importantes para la salud.

Por tanto, podemos establecer que sería recomendable una exposición al sol controlada, de unos minutos en verano y hasta una hora y media en invierno, siempre evitando las horas centrales del día y usando protección solar8.

Fuentes

  1. Swank C, Thompson M, Medley A. Aerobic exercise in people with multiple sclerosis. Int J MS Care. 2013;15(3):138–45.
  2. Kjølhede T, Vissing K, De Place L, Pedersen BG, Ringgaard S, Stenager E, et al. Neuromuscular adaptations to long-term progressive resistance training translates to improved functional capacity for people with multiple sclerosis
  3. Zhang X, Guarin D, Mohammadzadehhonarvar N, Chen X, Gao X. Parkinson’s disease and cancer: A systematic review and meta-analysis of over 17 million participants. BMJ Open. 2021;11(7):1–9.
  4. Mendibe Bilbao M, Boyero Durán S, Bárcena Llona J, Rodriguez-Antigüedad A. Multiple sclerosis: Pregnancy and women’s health issues. Neurologia [Internet]. 2019;34(4):259–69. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.nrl.2016.06.005
  5. Rottoli M, La Gioia S, Frigeni B, Barcella V. Pathophysiology, assessment and management of multiple sclerosis fatigue: an update. Expert Rev Neurother [Internet]. 2017;17(4):373–9. Available from: http://dx.doi.org/10.1080/14737175.2017.1247695
  6. Chan NY, Chan JWY, Li SX, Wing YK. Non-pharmacological Approaches for Management of Insomnia. Neurotherapeutics [Internet]. 2021;18(1):32–43. Available from: https://doi.org/10.1007/s13311-021-01029-2
  7. Arneth B. Multiple Sclerosis and Smoking. Am J Med [Internet]. 2020;133(7):783–8. Available from: https://doi.org/10.1016/j.amjmed.2020.03.008
  8. Ostkamp P, Salmen A, Pignolet B, Görlich D, Andlauer TFM, Schulte-Mecklenbeck A, et al. Sunlight exposure exerts immunomodulatory effects to reduce multiple sclerosis severity. Proc Natl Acad Sci U S A. 2021;118(1).