¿Cómo es la vida con EM? Descubre la historia de Any

Los síntomas empezaron siendo muy joven, con 18 años, pero oficialmente no me diagnosticaron esclerosis múltiple hasta los 23. En aquel momento, acababa de licenciarme en Psicología y estaba preparando mi proyecto de grado para irme a estudiar fuera de mi país, Bolivia. 

Era una persona activa, trabajaba a jornada completa, cantaba, tocaba el piano, hacía teatro y tenía muchos planes. Pero ese 13 de abril de 2000, mi vida entera se paralizó. De la noche a la mañana, mis padres, mi hermano, mis amigos y todos los que me rodeaban vieron cómo pasé de ser una persona tremendamente activa a otra que no podía ni levantarse de la cama por el agotamiento y la fatiga. Ante un escenario tan difícil, mis padres decidieron buscar alguna esperanza, algún tratamiento que me ayudase a afrontar esta enfermedad.

Fue en Estados Unidos donde, por primera vez, recibimos un atisbo de esperanza al conocer que había mucha investigación alrededor de la EM. Allí también tuve la suerte de poder acceder a un tratamiento y conocer a personas con la enfermedad en sus distintos tipos y con distintas discapacidades. Me di cuenta de que todo el apoyo de mi entorno no estaba al alcance de la EM. Redescubrí mi cuerpo y aprendí a escuchar sus alertas. Aprendí a priorizar mi día a día y, poco a poco, me fui dando cuenta de que iba a seguir adelante con un estilo de vida a mi medida, flexible, amable, que se ha ido adaptando a mi convivencia con la enfermedad. 

Tal fue mi empoderamiento que, tras terminar mi proyecto de grado, decidí “cruzar el charco” y venir a España a continuar mi formación, con un diagnóstico, mis medicinas y muchísimas ganas de vivir. Tras 21 años, hoy me siento una persona feliz que vive “de a poquito” y rodeada de amor y energía positiva, porque estoy donde quiero estar y soy quien quiero ser.  El camino no ha sido fácil, pero he aprendido a convivir con esta condición porque me tengo a mi misma y tengo una red de apoyo que me anima y sostiene y porque gracias a ella amo tanto la vida que, aunque muchas veces duela, siempre tengo la esperanza de un mañana para seguir cumpliendo mi única misión: vivir. 

ES-NONNI-00474 12/2022