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Dieta y Microbiota en Esclerosis Múltiple

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad desmielinizante crónica del sistema nervioso central (SNC).

16 Mar 2021

Aunque no se conoce su causa, se cree que es el resultado de la influencia de diferentes factores ambientales en una persona con una cierta predisposición genética. Algunos de estos factores de riesgo ambientales incluyen el tabaquismo, infecciones virales y la baja exposición al sol, con el consecuente déficit de vitamina D. En los últimos años, ha habido un creciente interés en el estudio de la influencia que la dieta, como factor ambiental, puede tener en el desarrollo y la evolución de la enfermedad.

Existen varios mecanismos a través de los cuales la dieta puede tener efecto sobre la EM:

1. Ciertos alimentos tienen un efecto directo sobre las células del sistema inmunitario.

Algunos ácidos grasos saturados de cadena media-larga (presentes en mantequilla, aceite de palma, aceite de coco) promueven la entrada de células inmunitarias en el SNC y la producción de sustancias proinflamatorias que dañan la mielina. Por el contrario, los ácidos grasos poliinsaturados (presentes en pescados, nueces, semillas, aceites vegetales) tienen propiedades inmunomoduladoras y antiinflamatorias.

La ingesta elevada de sal, por encima de 5 g/día, estimula las células inmunitarias para que produzcan sustancias proinflamatorias y se ha relacionado con una peor evolución de la EM.

Los carotenoides (presentes en zanahoria, mango, albaricoques, brócoli) y polifenoles (presentes en frutos rojos, remolacha, tomates, legumbres, frutos secos) parecen ser beneficiosos por su efecto antiinflamatorio debido a sus propiedades antioxidantes.

2. La dieta puede modular la microbiota intestinal.

La microbiota es el conjunto de microorganismos, principalmente bacterias, que se alberga de forma natural en el intestino. Diversos estudios han demostrado que el desequilibrio en la composición bacteriana de la microbiota favorece la activación del sistema inmunitario y la respuesta inflamatoria, por lo que podría contribuir al desarrollo y evolución de la EM.

¿De qué forma puede la dieta influir en la microbiota? Por una parte, algunos nutrientes con propiedades antiinflamatorias, como los ácidos grasos saturados de cadena corta, son producidos por la microbiota intestinal en respuesta a la ingesta de alimentos de origen vegetal ricos en fibra (verduras, legumbres). Por otra parte, la dieta puede producir alteraciones en la composición bacteriana intestinal que pueden cambiar el sistema inmunológico hacia un estado pro o antiinflamatorio.

¿Es entonces necesario tomar probióticos para regular la microbiota intestinal? Aunque existen varios estudios con buenos resultados en el modelo experimental en ratón, no existe aún evidencia científica suficiente para recomendar la toma de probióticos en pacientes con EM.

3. La dieta modifica las comorbilidades.

Las comorbilidades son las enfermedades que pueden aparecer de forma paralela a la esclerosis múltiple (por ejemplo, hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia, enfermedades vasculares) y que empeoran su pronóstico. Para prevenir la aparición de estas enfermedades es fundamental un aporte no excesivo de sal, azúcares y grasas, hacer ejercicio físico diariamente, no fumar y evitar el consumo de alcohol.

De todas las comorbilidades, mención aparte merece la obesidad, por la importancia que tiene en el desarrollo y evolución de la EM. La obesidad es un estado de inflamación crónica que ocurre como consecuencia del aumento del tejido adiposo, que estimula la producción de sustancias proinflamatorias. Diversos estudios demuestran que la obesidad en la infancia y la adolescencia aumenta el riesgo de padecer EM en la edad adulta. Por otra parte, sabemos que, en pacientes ya diagnosticados de EM, la obesidad aumenta el riesgo de progresión y se asocia a mayor atrofia cerebral. Además, la obesidad empeora la fatiga y la discapacidad asociada a la EM. Es fundamental por tanto, la prevención y el tratamiento de la obesidad equilibrando el aporte calórico de la dieta con el gasto energético de la actividad física.

 

«El artículo refleja la opinión y práctica clínica del autor y no se trata de una opinión o recomendación de Merck, S.L.U. Asimismo, el presente artículo tiene carácter orientativo y divulgativo, de modo que no constituye un diagnóstico de una patología o enfermedad y no sustituye al diagnóstico o tratamiento realizado por un profesional sanitario».

Fuentes

  1. Katz Sand I. The Role of Diet in Multiple Sclerosis: Mechanistic Connections and Current Evidence. Curr Nutr Rep. 2018;7(3):150-160
  2. Esposito S, Bonavita S, Sparaco M, Gallo A, Tedeschi G. The role of diet in multiple sclerosis: a review. Nutr Neurosci. 2018;21(6):377-390.
  3. Altowaijri G, Fryman A, Yadav V. Correction to: Dietary Interventions and Multiple Sclerosis. Curr Neurol Neurosci Rep. 2017;17(12):93.
  4. Claflin SB, Mei IAF van der, Taylor BV. Complementary and alternative treatments of multiple sclerosis: a review of the evidence from 2001 to 2016. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 2018;89(1):34-41.
  5. Fan Y, Zhang J. Dietary modulation of intestinal Microbiota: Future opportunities in Experimental Autoimmune Encephalomyelitis and Multiple Sclerosis. Front Microbiol. 2019;10:170.